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domingo, 17 de maio de 2009

cuentos


TODO BIEN*

por ronaldo duran**


El teléfono y la campanilla sonaron juntos. Que tormento. El papá tuvo que levantar las nadegas de la confortable cama. Tenia que atender el llamado, era el único que estaba en la casa. Iba arrastrando el cuerpo adolorido por la gripe que pego en los últimos días. En la campanilla, la hija que llegaba de las facultad. Faltaban veinte minutos para las veintitrés horas. La mamá, profesora estadual, aparecía invariablemente treinta minutos después. En el teléfono, que el techo cayera encima de el, pidió, que no fuera el novio apresadito.


Resabiado con la barrida que había sufrido ayer, el papá, al abrir la puerta, enseguida se puso en un lugar seguro. Igual a un tren bala, la hija rompió en disparada, rumbo a la copa, donde el teléfono paro de molestar hace poco tiempo. Ella rápidamente llamaría a Ángelo Guimaraes, el novio, y le contaría los detalles de su clase, de la ida y de la vuelta, y una serie de otras frases.
Estaba volviéndose rutina, murmuraba consigo mismo el papá celoso. Dio la espalda. Cerró la puerta, dando media vuelta para volver a la habitación.


Pasando por la copa, comino obligatorio, ni tuvo coraje de llamar la atención de la hija, por cualquier problema trivial. ¿Para que? Ella fingiría que no escucho, para no tener que responder. Nada de competencia en el momento en que los tórtolos se hablaban antes de ir a dormir.


Una pareja de jóvenes enamorados. Historia común. La pasión que hay y deja bobo a quien en ella esta entrando, Y que irrita a los espectadores.


Kelly Renata había tenido varios novios. Si no se desvirgino antes fue por culpa de la mamá. La Sra. Maria Antonia vivía asustando con los contras, destaque para el embarazo no deseado. El costo de vida en Recife estaba por la hora de muerte. Imagina cargar un hijo, sin estar formado, sin casa y empleo. Desespero de la clase media.


Pastilla y preservativo daban un sentido pervertido. La primera vez, vía de regla, viene embalada en sueños románticos, como cuento de hada. ¿Que cosa menos romántica que la mujer esperar que la pareja vista la camisa de Venus? ¿Y si el miembro hace birra, encrenca a la hora de entrar, y cuando entra, machuca, mucha? Traumas así puede detonar la seguridad de la pareja.


Kelly, después de tres meses de noviazgo, enfrento la madre, y sus propios miedos. Se entrego a Ángelo. Estimulando la eterna complicidad entre madre e hija, días más tarde contó lo sucedido.
Atormentada fase a los elogios del novio, medio desilusionado por la exclusividad que la hija colocaba en Ángelo, la madre murmuro:


_ En el comienzo es así; todo bien. Después...


_ Con él es diferente. Nos amamos de verdad.


_ Ya se...


El tono de ironía a veces llegaba a expulsar Kelly Renata de la presencia de la madre. ¿A quien le gusta negar las bases en que creer? Juraba que el amor que sentía era verdadero, sin igual.
Renata instintivamente estaba correcta. No hay amores iguales. El actual es más importante. Se debe creer que durara un buen tiempo, quien sabe para siempre. Lo contrario sería absurdo. Si la persona tiene fe por diferencia tiene lo anterior, la pasión es inconcebible. Nos enamoramos por alguien que parecía único, especial o raro.


Esto no impide que la persona se enamore una vez más. De este modo, la madre también tiene su razón cuando juzga el sentimiento original de la hija como repetición.


Marcos, Diogo, Mauro, Guillermo y el anterior, Carlos, considerados novios, y no apenas casos, moda de la juventud de los años noventa.


Después de Guillermo, poco más viejo, Kelly Renata Mitra embarco en la onda de los novios más jóvenes. Inclusive Carlos con dos años más joven. Ella con dieciséis, él con catorce.


Los novios Vivian en la habitación. Algunas veces dormían en la casa de ella, otras en la casa de él. Los padres tenían que mantener los ojos bien abiertos. La joven heroicamente lucho contra los ataques del chico, y de su propio interior femenino, para conservar la virginidad en los calurosos encuentros. Se quedaban juntos cuando el padre de Carlos, dueño de una carnicería, no pedía la presencia del hijo para ayudarlo.


Los exs tenian teléfonos, por eso los padres se acomodaban con el nuevo habito implantado. Ángelo, un año más joven que ella, estudiante, sin tener teléfono y casi nunca tarjeta telefónica, llama a cobrar de un teléfono público en la esquina de su casa. El teléfono toca. Cuando es atendido, la llamada cae. Señal para ella llamarlo al teléfono publico. La llamada obviamente sale más barata. Allí, proseguían boberías a rollo, perdón, asuntos esenciales para calentar noviazgo vía Embratel.


Cabia a los padres tener paciencia.


A parte de las llamadas, algo más asustaría. Los agarros de Kelly Renata y Ángelo a dos cuadras de casa, de frente al portón de los vecinos. Uno de ellos, un jubilado, disfrutado la escena, no perdió la chance de llamar la atención de la Sra. Mitra.


Se rozaban y se besaban sentados en la calzada. Ambos con el uniforme del supermercado en que trabajaban.


En seguida, vendría la fase de las salidas prolongadas en los fines de semana. Pasaban uno en la compañía del otro todos los sábados o domingos o los dos días juntos. Iba a la casa de los padres de él. Raramente se acordaba para llamar a los padres.


La Sra. Mitra es a quien no le gusto nada la ausencia.


Los padres justificaban sus voluntades. De acuerdo con la época de los apelos serian más tiránicos los domocrativos. Gracias a la violencia que hay en las ciudades brasileras, la madre tuvo más cuerdas para atajar a la hija un poco más en las casa.


_ Pero mamá..., estaba poco dispuesta a soportar consejos.


El destino dio una ayudita a la Sra. Mitra. Un intento de asalto serviria para amedrentarla. Kelly Renata venia del Shopping con una bolsa. Dos jovencitas mal encaradas la seguían hasta pocas cuadras de su casa. En un trecho, la intimidaron a pasar la bolsa. Hizo alguna cosa para enrolar las malandras, y salir en disparada.


_ Trabaje mucho para comprar este conjunto, afobada, Kelly justificaría la fuga, arriesgándose ella misma.


_ ¡Loca!, exclamo la madre, medio desesperada, temiendo lo peor.


La historia no pararía solamente en el intento. Las dos golpea bolsas, en el momento en que Mitra salio corriendo, fueron atrás. Antes de alcanzar el portón de las casa, ellas les pondrían las manos. La forma fue entrar en la tienda de bijuterias de Marisa, una vieja conocida. Las dos chicas, de afuera, ladraban, esperando que la oveja ahuyentada saliera de la toca.


Pidió ayuda a la dueña de la tienda. Marisa enfrento a los dos asaltantes. Kelly finalmente corrió a su casa. Las chicas todavía esparcían su veneno en las redondezas, jurando que eso no se quedaría así, si se encontraran con la flacucha de bobera en la calle.


La madre consiguió avisar a la hija de llegar más temprano de la casa del novio.


¿Victoria materna? Ni tanto. Surgía la segunda fase: la época de Ángelo frecuentar más la casa. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Peor era dejar a la pobre expuesta al peligro.


El piso del baño es el único local en que los tórtolas todavía no se despojaban, a fin de darse cariñitos. En la cocina, en la copa, en la red de la baranda, en los sofás de la sala de visita o en la de ver televisión, en la habitación del hermano. Ningún lugar escapaba. Hubo una única vez en que la Sra. Mitra los sorprendió en su cama matrimonial, viendo la televisión. Educadamente corrió con ellos de ahí, y hasta hoy el caso no se repitió.


Si ya cansaba ver la escena en las tardecitas o en los fines de semana, imagina cuando la joven pareja dejara el empleo en el supermercado, alegando la razón de los sin razón.


Del supermercado Farol de la Barra llevarían un único recuerdo: el de conocerse.


Kelly Renata, dos meses trabajando en el supermercado como caja, echo el ojo encima de Ángelo, el repositor recién contratado. Agradándole lo que vio, pues llenaba su ideal de belleza, partió para la conquista. A parte del trivial, como fidelidad y el de amor (especia de arroz y poroto del relacionamiento monogámico), cada mujer exige que la pareja exhiba algo de especial. Algunas, el dinero, la riqueza. Otras, el conocimiento, la buena labia. Otras todavía, el bello porte físico. Kelly se queda con la tercera opción.


Hay una razón para que ella tenga resolvido acelerar la conquista. Guillermo, el bobón, había pedido un tiempo para pensar. Y la vivía evitando. Es ser humano, necesitaba alimentar la autoestima. “Si no me quiere, a quien quería”, se descargo.


Emitió unas señales al joven, mostrando que estaba a fin de una aproximación. Solito en la época, con un joven tímido e inexperimente, Ángelo comenzó a rodear a la chica.
Dio resultado la invitación de él para el patio de comidas. El noviazgo tuvo inicio.


Meses después, alegando implicancia de la supervisora, pedirían la cuenta. Tiraron al aire los derechos de más de un año de trabajo registrado.


_ Santa burrada, exclamo la madre.


No era por la falta que haría el dinero, no precisaba del dinero de los hijos. Lo que ganan, gastan con ellos mismos. La inconsecuencia en la actitud es lo que la irrito, a parte de saber que aumentarían las horas ociosas.


Suerte que Kelly Renata, concluyendo el colegio, paso el examen de ingreso para Química, área en que la madre daba aula.


La pareja sigue cada vez más unido. Amor y piraza dan la dosis correcta para un relacionamiento duradero. Amor reforzado en el acto que en la compañía uno del otro descubrirían el sexo por la primera vez.


La piraza es más difícil para explicar. Se tradujo en resistencia al ojo gordo de la madre, del padre, del hermano, y de quien más diga que todo no pasa del fuego de paja, que día menos día acaba.


Cierto día, la madre, ya con la paciencia al Máximo de los abrazos y besos infinitos durante tardes enteras, se indigno.


_ Tiempo no tiene para lavar los platos... Se te va a caer el brazo. Ahora para quedarse ahí agarrandose, tiene de sobra.


El otro día, en plena hora del almuerzo, molesta por las palabras atravesadas de la hija sentencio.


_ Quiero ver hasta cuando va este noviazgo, dijo la madre.


_ Nosotros nos amamos, retruco la hija.


_ Ya escuche esta historia en el tiempo de Guillermo, de Carlos...


_ Hoy estas insoportable...


El hambre cesaría. El almuerzo sería interrumpido. Revolteada, la chica iría para la casa del novio.


Continúa la conversación kilométrica en el teléfono.


De vuelta a la cama, liada en los cobertores, el padre filosofa con las paredes: “El novio es un intruso. Arranca, con o sin consentimiento, la hija que llevamos años para criar. A veces devuelve solo la cascara, a veces, realmente dan resultado, nace una familia. Es el juego de la vida”.


* Del original portugués "Tudo Bem', traducido por Carlos Vargas, maestro paraguayo.


** Escritor, Colabora en periodicos brasileños toda semana. www.ronaldoduran.com

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